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    Así fue el Día del desembarco del General San Martín en Paracas hace 200 años [VIDEO]

    Un día como hoy, 8 de setiembre de 1820, la Expedición Libertadora, liderada por el General don José de San Martín, desembarcó en la bahía de Paracas con casi cuatro mil efectivos de nacionalidad chilena y argentina.

    Ese día se marcó un hito histórico que permitiría luego el inicio de la independencia del Perú el 28 de julio de 1821.

    «El 7 de setiembre (de 1820) a las seis de la tarde anclamos en esta Bahía (Paracas). Al amanecer del día 8 fui el segundo después del General que puse el pie en tierra a medio tiro de fusil de una partida enemiga, que nos observaba».

    Esto fue lo que escribió el militar, diplomático y político argentino Tomás Guido, amigo de San Martín, en sus Memorias, hace exactamente 200 años.

    En 1817, los patriotas habían enviado desde Lima mensajes encriptados a San Martín, sugiriéndole Pisco como el lugar de ingreso hacia el Perú. 

    A partir de ese momento, San Martín y su alto mando enviaron espías al Perú buscando más información de las fuerzas realistas de España.

    EL DÍA DEL DESEMBARCO: 8 DE SETIEMBRE DE 1820

    “Desembarcó… la primera división del ejército libertador del Perú, mandada por Las Heras. A las 7 de la noche fue ocupado el pueblo sin resistencia. El 13 estaba en tierra todo el ejército, y acampado en el valle de Chincha, extendía sus reconocimientos al interior del país.

    Así lo relata el historiador y expresidente argentino Bartolomé Mitre en su «Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana»

    ESTE FUE EL DISCURSO DE SAN MARTÍN: 

    Dirigiéndose a sus tropas, entre ellos a los argentinos reconquistadores de Chile, el generalísimo ofreció un discurso para la historia.

    ‘Ya hemos llegado al lugar de nuestro destino, y sólo falta que el valor consume la obra de la constancia. Acordaos que vuestro gran deber es consolar a la América, y que no venís a hacer conquistas sino a liberar pueblos. Los peruanos son nuestros hermanos, abrazadlos, y respetad sus derechos como respetasteis los de los chilenos después de Chacabuco’.

    «El que robase o tomase por valor de dos reales para arriba, sería pasado por las armas, previo consejo de guerra verbal sobre el tambor. El que derramase una gota de sangre fuera del campo de batalla, sería castigado con la pena del talión. Todo insulto contra los habitantes del país, fuesen americanos o europeos, o exceso contra la moral pública y sus costumbres, serían castigados hasta con la pérdida de la vida».

    «Acordaos  que toda la América os contempla, y que sus grandes esperanzas penden de que acreditéis la humanidad, el coraje y el honor que os han distinguido siempre, donde los oprimidos han implorado vuestro auxilio».

     

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